Fragmentos de Caldwell sobre la riqueza y la guerra popular

cambodia-300x243Fragmentos de Caldwell sobre la riqueza y la guerra popular
(espanol.llco.org)
A Malcolm Caldwell se le conoce principalmente por su misteriosa muerte en 1978 mientras se encontraba custodiado por el régimen de Pol Pot. Fue uno de los pocos occidentales con acceso a la Kampuchea Democrática. Caldwell pudo incluso entrevistar a Pol Pot. Sin embargo, la noche siguiente Caldwell fue ejecutado sin explicación. Algunos han especulado que el régimen mató a Caldwell. Otros que fueron los vietnamitas u otro grupo opuesto a Pol Pot. Otros periodistas de gira con Caldwell salieron ilesos. En 1969, casi una década antes de su extraña muerte, Caldwell tocó algunos puntos de interés para el movimiento de las Luces Guiadoras. Caldwell escribe:
“La abundancia material no es posible a escala mundial, porque hay importantes limitaciones objetivas en cuanto a los recursos reales. (14) Los socialistas de los primeros tiempos—incluso un número sorprendente de socialistas contemporáneos—las pasaron por alto, y tienden a imaginar que, de alguna manera, los altos niveles de vida en términos materiales pueden extenderse desde las clases ricas en los países ricos a todos los pueblos de todos los países. No es ese el caso. Al contrario, tarde o temprano el nivel de vida en los países ricos debe caer.”(1)
En el pasaje de arriba, Caldwell hace una distinción clave entre socialismo utópico y socialismo científico. Los utópicos primermundistas imaginan que no hay contradicción entre los trabajadores del Primer Mundo y los trabajadores del Tercer Mundo. Los utópicos creen que todos pueden tener un nivel de vida como el del Primer Mundo. Así, estos utópicos afirman que tanto los obreros del primer mundo como los del tercero pueden unirse en la lucha por el socialismo global. Esta visión es utópica porque no se basa en la realidad, antes bien es la expresión de lo que los utópicos desean que la realidad sea. Contrariamente, el socialista científico examina la brecha real entre países pobres y países ricos, y estudia qué configuraciones son posibles.(3)Y, como cualquiera que observe la brecha entre países explotadores y explotados sabe, es obvio que no hay manera de eliminar las desigualdades entre países sin rebajar significativamente el nivel de vida de los países imperialistas. Como el nivel de vida del Primer Mundo está basado en el imperialismo, es imposible extenderlo a la vasta mayoría. Además, el nivel de vida del Primer Mundo es materialmente y ecológicamente insostenible. Así, no tiene sentido que el socialismo mantenga los excesos del Primer Mundo en ninguna parte. Por estas razones, es claro que los intereses de clase de los pueblos del primer mundo les llevan a apoyar al imperialismo y a oponerse al socialismo. Una y otra vez, la historia de las políticas del Primer Mundo confirma este patrón. El único lugar donde los pueblos del Primer Mundo se alzan para derrocar al capitalismo es en las fantasías de los utópicos primermundistas.”
 Caldwell, por el contrario, tenía una visión precursora de la propia de las Luces Guiadoras:
“…se debe decir algo acerca de las perspectivas revolucionarias. Estudiando el mundo de hoy, me parece muy claro que la perspectiva de Lin Piao se adapta mejor a la realidad que la tradicional trotskista o la del pseudo marxismo eurocéntrico. En su bien conocida obra ¡Larga vida a la victoria de la guerra popular! Lin Piao vislumbra una nueva representación del drama de la revolución china –esto es, el aislamiento de las áreas urbanas (industrializadas) del mundo por un mar revolucionario rural como preludio del colapso de aquellas. Por su puesto, esto debe ser entendido de manera generosa y no literalmente. Cada vez más, la política en Occidente será una política de reacción ante  acontecimientos e iniciativas en otros lugares, en los tres continentes. Esto ya se aprecia, en marcado contraste con aquellas décadas en que las iniciativas occidentales daban forma al mundo entero. Las crisis de los poderes imperialistas pueden provocar disensiones reactivas internas e incluso alborotos civiles, pero las causas habrán de buscarse, en última instancia, en el mudo en ebullición de los campesinos pobres. Ciertamente, esto guarda más relación con la realidad que la idea, anotada más arriba, de un apático campesino pobre que espera la salvación de manos de los trabajadores  industriales revolucionarios ( y blancos, nota bene) Los marxistas mecanicistas se sintieron muy reconfortados con la abortada “revolución” francesa de 1968. En realidad, esta fue la tumba de sus ideas, ya que los obreros fueron fácilmente comprados con la aplicación de un laborismo indisimulado.” (3)

Caldwell, a diferencia de las reliquias de estrecha visión de los años sesenta y setenta, interpretó correctamente lo que el Mayo del 68 representaba: un ejemplo espectacular de cómo la clase trabajadora del Primer Mundo puede ser comprada con absoluto descaro. Mostraba que los trabajadores del Primer Mundo alzan la bandera roja para reforzar su posición en su tira y afloja con el sistema,  no para hacer realmente la revolución. Caldwell vio claramente que la revolución la hacen aquellos que tienen un interés material en el socialismo. No es hecha por aquellos cuyos intereses de clase se ponen en línea con los del imperialismo. Por eso, el corazón de la revolución palpita en el Tercer Mundo, no en el primero. Por eso, la forma de la revolución, las formas de resistencia serán principalmente aquellas que se obtengan de la experiencia del Tercer Mundo, no del primero. Esta es la razón de la importancia tan grande que tiene el campesinado. Por este motivo Lin Piao universalizó el concepto de guerra popular de Mao. La revolución proletaria debería verse como una guerra popular global que avanza desde el Tercer Mundo hacia el primero, en la que el campo global pone cerco a las ciudades globales.

Notas:
1. http://www.marxists.org/history/etol/newspape/isj/1969/no041/caldwell.htm
2. http://monkeysmashesheaven.wordpress.com/2009/08/05/real-versus-fake-marxism-on-socialist-distribution/

3. http://www.marxists.org/history/etol/newspape/isj/1969/no041/caldwell.htm